jueves, 26 de diciembre de 2013

Un poema para mí



Voy a escribir un poema
para mí.
Basta de él, de ellos, de otros.
Este poema es mío.
Flor, yo te quiero
aunque él, ellos, los otros
no.
Este poema es mío y me abraza
me sopla en la nuca despacito
con amor
me acompaña mientras miro
las nubes
la noche
los días
me dice que mi ternura es dura
y fuerte como una tijera vieja
y que no corta.
Toma mi mano y me acaricia
me besa los dedos
le gustan mis piernas
ama lo que hago y lo que digo
lo escucha sin miedo.
Quiere verme recostada en la cama
mientras lo escribo.
Este poema me llora a mí
y me consuela.
A este poema no le importa que le muerda
los labios
porque sabe gritar
de colores
y de alegría.
Este poema no tiene miedo que lo escriba
él me llamó
me dijo que basta
que salga a entretener la luna
que está tan linda
y que salga a verme.
Basta tener entre manos un poema
para saber que no fue la escritura
que me dejó sola.
Yo no sé por qué tardé tanto en escribirlo
este poema es mío,
quizás los otros siempre lo supieron
por eso se fueron, con envidia
y cuando me quedé sin palabras,
él vino
a recordarme que debilidad no es franqueza
y me miró
con sus ojitos de vidrio tallado
mientras tomaba con una mano mi nariz
y nos quedábamos dormidos
diciendo cosas.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Hablen, tienen tres minutos


Excusarás este balance histérico, 
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,

y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.




-Nunca me dijiste qué significa el arte para vos. 
-Tampoco te hablé de Marxismo. Tal vez indirectamente, pero nunca lo cité.
-¿Hablás con citas?
-No sé, a veces pienso que le robo mucho a Borges, como él le robaba a los otros. Decía que no sabía nada, porque citaba todo el tiempo. Creo que por eso sabía mucho.
-Hoy yo te cité acá.
-Pero me citaste en otro sentido. Y si vamos al caso, yo te estoy citando a vos. Te estoy escribiendo.
-Te invité a este bar, a tomar el café que nunca tomamos.
-Bajo mi excusa de escribirte. No sé por qué lo hice, necesité ordenar el tiempo. Leer conversaciones del pasado y adentrarme en la nostalgia.
-¿No era que la nostalgia hacía trizas a las poetas?
-Sí, pero me ordena el mundo. Clasifico el pasado, me ubico en el presente, invento el futuro. Qué se yo. Funciona así.
-El futuro no existe todavía. No le creas a los Redondos. 
-No pienso así. Es más bien como escribir cartas. Esos mensajes del presente que cuando los leés son en el futuro escrituras del pasado. Las cartas son atemporales, como este diálogo.
-Pero esta conversación es imaginaria. ¿Eso le quita el tiempo?
-No podría decirlo. Hoy pensé que sería una buena idea ordenarme. 
-Pensás demasiado. Entonces me citaste vos. Si te digo que no quiero tomarme el café, ¿qué pasa?
-Cambia lo que tenía planeado escribir. O volvemos al momento en que nos vimos la primera vez. El café es el punto de fuga, la excusa, como hacerte hablar acá. Ya sabía que nunca íbamos a tomar café.
-Además ahora hace calor para café, aunque en los versos que pusiste al margen diga lo contrario. Preferiría una cerveza, en la mesa de al lado están tomando una Corona.
-Siempre me llamó la atención cómo te mimetizás con tu entorno. Tenés una necesidad de mirar a los costados y ser desde el costado. Recorrer los bordes y refregarte en esa superficie. Pertenecer deseando ser otro, en los otros, alguna vez lo quisiste hacer conmigo.
-Lo hice. Nos gastamos bastante, sacamos algunas chispas. 
-Nos gustamos bastante también. 
-Sí, sos linda mina. Aunque para vos "ser linda" no sea un valor, sos linda. No se me ocurre otra cosa para decirte.
-Puede que esa haya sido la primera limitación para vernos como éramos y no como queríamos. Chocamos, nos descascaramos y volvimos a desencontrarnos. ¿Te molesta que te haya traído acá?
-No, me gusta ver cómo escribís. Te dije que me gusta cómo escribías, también. 
-Dijimos muchas cosas.
-Demasiado. Eso no me gusta tanto. Arruina la espontaneidad.
-Tal vez yo no sea espontánea. 
-¿Cuánto tiempo tardaste en decidirte por escribir esto?
-Es raro que aún escribiéndote yo a vos te deje hacer esos chistes.
-Es que te gustaban mis chistes.
-Sí, pero igual me parece raro. Todo es un chiste. 
-¿Una ironía, querés decir?
-No, un chiste. Una ironía es algo que se percibe desde afuera. Un chiste es algo elaborado, como la selección que hacías de cada escritor que me mandabas sabiendo que yo ya lo había leído, para ver si alguna vez te iba a contestar.
-Un chamuyo medio boludo, ya lo sé.
-Pero funcionó. ¿Tenés ganas de hablar? Hay un poema de Cortázar que dice algo así como "Hablen, tienen dos minutos", o tres, no lo recuerdo.
-¿Y qué decía? 
-Tampoco me acuerdo bien, pero el yo poético parecía decirle cosas a alguien. No sé si realmente hablaron dos personas, al menos una voz era segura, la otra no lo sé.
-¿En este caso la voz oculta sería la mía?
-Tu voz nunca está oculta, tenés un tono muy marcado que estoy tratando de imitar. 
-Entonces ya me convertiste en uno de esos personajes. Siento que en cualquier momento me mandás a la sala de espera donde te decía que sentía que estaba sentado junto a los boludos con los que saliste y te dijeron algo que no te gustó.
-Siempre me pareció graciosa esa imagen. Pero no como chiste, sino porque es muy acertada. En este caso sí sería algo irónico, porque a la sala de espera fuiste solito, y en este texto te invoqué yo.
-Sigue siendo parte de tu mundo.
-Claro, y necesito escribirlo.
-¿Para mandarme al diablo?
-Es raro. Cuando escribo desarmo a las personas, y me desarmo también. Y acá me esfuerzo por armar una conversación. ¿Ves esas rayitas de diálogo? También son guiones. Unen y separan. Delimitan espacios, turnos, voces. Y cuando las leo continuadas, puedo percibir alguna especie de esquizofrenia literaria.
-Decís que unen y separan. Puede ser, no lo sé. Para mí son líneas y veo tu esfuerzo por ordenarlas y meterme a mí adentro de algunas, aunque no me queda claro. Siento que las líneas las ponés vos entre medio como cuando dormíamos y te hacías a un lado. 
-Es probable. También subrayan. 
-¿Y las palabras, qué hacen?
-Recrean el tiempo, y lo borran. Tal vez lo estancan, si las escribo. O me ponen un límite.
-¿Cuál es tu límite? 
-Tus preguntas.
-No le des más vueltas. Te pregunto cosas porque querés que te pregunte cosas, me trajiste para eso.
-Debe ser mi comodín. No íbamos a vernos más, pero nunca hablamos qué podría pasar si te escribía.
-No me molesta que me escribas. Me gusta que escribas, ya te lo dije no sé cuántas veces.
-Ya no lo siento así. No quiero escribir más.
-¿Y tu poemario?
-Algún día lo leerás. 
-Me gustaría que si fuera a comprarlo, me lo dedicaras.
-¿Decís, con una frase pensada especialmente para ese libro?
-Con lo que te salga, me gustaría tenerlo.
-Sólo pondría "te quise".
-En pasado.
-Sí, para ir practicando, viste. 
-¿Y estás practicando ahora?
-Sí, por eso te dije lo del café. Estuviste varios meses tratando de invitarme a tomar ese bendito café y yo estuve varios días viendo cómo podía decirte lo mismo pero a la inversa. De cuando no quería verte y de cuando quise verte. Y ahora que no nos vemos, el café tampoco lo vamos a tomar.
-El mozo debe estar puteando.
-Ya voy a pedir algo, cuando te vayas.
-¿Te vas a tomar el café sola?
-Claro, no me gustaría que pensaras que te traje para que nos tomemos un café en serio. 
-Tenés razón, lo nuestro siempre fueron las birras y las habitaciones que hablan. Lindo fetiche. 
-Siento que te gusta, que te hable así, como ficción. A mí me gusta inventarte. 
-Te gusto cuando me inventás como me gustabas cuando te iba inventando. Fue un lindo momento, ese.
-Ahora es cuando nos convertimos en personas que filosofan acerca del arte y la creación. 
-Nunca me respondiste qué pensabas sobre el arte.
-Es que no fue necesario. Todo lo que hicimos fue un gran ejemplo.
-¿Y ahora viene el remate?
-El remate no, no quiero re-matarte. En algún momento, sí, cuando me dio bronca. Cuando pensé que en vez de arte habías jugado conmigo algún juego infantil de querer a alguien. Me dijiste que eras como un nene chiquito persiguiendo mariposas con las manos y me pareció una estupidez. Ahora me parece una imagen tierna, y te veo corriendo por todas partes tratando de alcanzarla. Te gusta correr, sos feliz corriendo mariposas, cada tanto te bajás una y la guardás para pegarla en algún álbum, como si fuera una foto. No sé bien qué buscás con eso, pero es lo que hacés y está bien, es lindo. 
-Vos te bajás tipos y en vez de meterlos en un álbum los traés a tu blog.
-Fue muy obvio lo de "bajar una", ¿no?
-No tanto, sólo quería parecer más inteligente por si esa llegara a ser mi última línea. ¿Ya sabés cuál va a ser?
-No tengo la menor idea. Creo que sé cuál va a ser la mía. 
-¿Puedo decir que aunque cuando te corté me sentí un boludo no soy tan boludo como parezco? 
-No sos boludo.
-Si no soy un boludo, para quedar bien y porque lo pienso, pero más para quedar bien, entonces te digo que siempre me gustó tu voz entre sensual y tierna. Y tu risa irónica. También podés agregar que quiero ser feliz, y amar apasionadamente, locamente, como hacés vos, que sos una loca linda. ¿Acá se termina?
-Tampoco podría saberlo. "Un texto no se termina, se deja". Y cuando dejamos de vernos, aprendí eso. Que en el amor pasa lo mismo. 


lunes, 16 de diciembre de 2013

Instrucciones para patear a una poeta

¿Quién cantará el amor?
Yo no.                             
Yo amo.                          
A. Pizarnik


Si alguna vez te encontrás en el apuro de querer patear a una poeta, si alguna vez te sentís en la situación de no ser merecedor de sus versos, y no la querés ver más, y querés cortarla, y estás seguro, no tengas miedo de lastimarla, ella ya está curtida, ya lo vivió, lo superará y sólo temerá por tu fracaso.
Cuando patees a una poeta, no lo hagas por chat ni por teléfono. Las poetas también lloran y miran a los ojos cuando reciben la noticia. Tenés que mostrarte fuerte y sincero, decírselo en la cara, asumir el riesgo de su ternura, ponerlo en palabras, decir sin rodeos no-te-quiero-más.
Las poetas te hacen creer que no le tienen miedo al fracaso ni al futuro, pero les espanta cortar sin motivos lo que no fue. Así que no le hables en pasado. Cuando se lo digas, evitá hablar en pretérito, y no le digas que te "encantaba" dormir con ella, no lo enuncies así. El pasado y la nostalgia las hace trizas.
Si leés un poema que te escribe, no le digas que te gusta. Cuando una poeta te escribe, te inscribe en su mundo desde ese segundo y para siempre, recordá que lo único no permanente es el pasado, en el mundo de las poetas, la vida es pura posibilidad.
Tampoco la mires y le digas que es linda. Ser linda, para una poeta, no es un valor. El único valor es su coraje, su corazón pleno, su amor-rabia, su entrega, su fragilidad decorada con palabras seguras.
Nunca pero nunca le digas que te apena no seguir viéndola porque te gusta. Una poeta no concibe ver a alguien sin el deseo de hacerlo, y no entiende si dos se gustan, cómo es que no van a verse más.
No empieces nunca a victimizarte y no vayas a compararte con sus logros. Ella te elige porque siente que puede darte algo, llenar tu mundo con consejos, con frases que te recuerden que la vida es un seguir adelante, y los puntos estancos la aterran tanto como no aceptar la gracia y la dicha de estar con vos.
Bajo ningún motivo le digas que no estás enamorado. El amor, cuando todo termina, es una mala palabra. Es la muerte de sus mil mundos posibles y del deseo, es arrancarle del cuerpo la ilusión de ser más que uno, el amor es todo lo que pudo haber sido y lo que le quitaste de sopetón, con la excusa de todos tus miedos.
Las poetas son una especie rara pero no diferente del resto de las mujeres. Si le dijiste alguna vez que el cielo es rojo, ella entenderá que para vos es rojo, aunque para ella pueda ser azul, o amarillo. Entonces no quieras hacerle entender que de repente querés ver un cielo fucsia o anaranjado y que los dos no estaban mirando el mismo cielo. Al fin y al cabo, hablan el mismo idioma, entienden lo que escuchan tal como dijiste que lo querías ver.
Tampoco vayas a decirle que entienden las relaciones de manera distinta. Todos entendemos las relaciones de manera diferente, y una relación con una poeta se construye buscando el equilibrio, con perseverancia.
Ella sabe cuál es tu miedo, así que no lo escondas. Se da cuenta si estás lastimado, si buscás algo serio o si querías una aventura divertida que te recuerde que estás vivo. No pierdas el tiempo explicando qué salió mal. Ella lo sabe.
En ningún caso le digas que te molestó que pensara las cosas demasiado. Ella se tomó el tiempo para hacerlo por los dos y la contenta saber que pudo ponerlo en palabras, desglosarlo, desarmar al amor, reconocer que la palabra amor se construye de sumar A con M con O con R y quiere ver por qué letra de la palabra van transitando, sacar fotografías de las sílabas que van formando como balbuceos de bebé, caminen por la calle de la mano o se miren como desconocidos cuando salen de un hotel-alojamiento.
Pero si pateás a una poeta y ella te dice que te quiere, estás perdido. No le digas que también la querés, lo sentirá como un eco. Un eco, porque querer como ella quiere es un acto poético, único e irrepetible que perdurará en sus poemas para siempre, mientras vos irás en busca de amores que te harán sentir vivo por segundos y tal vez te muevan el mundo, pero a diferencia del amor que estalla, un día tal vez distante, volverás a leer sus poemas y la palabra "te quiero" permanecerá intacta, inamovible, agarrada del blanco de la hoja con la fuerza y el coraje del corazón pulsante de ritmo dulce, torpe y alegre que acabás de romper.
Por eso, si querés patear a una poeta, no te arrepientas. Tarde o temprano va a llegar el momento en que te cruces con alguien que te mueva el piso pero que no te escribirá poemas. Seguramente vivas ese amor como poesía, pero lo único que permanece, el único consuelo de estar vivos, es que aunque el amor muera, cuando lo sabés escrito, reconocés que fue el único momento real y verdadero, la emoción más fuerte que alguna vez alguien sintió por vos.

Y te vas a sentir un boludo, lo que sucede es que para estar con una poeta hay que tener las pelotas; reconocerte como un eunuco y patearla debe ser un bajón.




viernes, 13 de diciembre de 2013

Desarme


El primer día iba a matarte por proliferación de miradas hacia las paredes del bar.
El segundo día iba a abandonarte después del sexo.
El tercer día iba a competir con palabras, pegarte con la lengua y su saliva.
El cuarto día iba a partirte y esclavizarte.
El quinto día, cuando ya no me quedaban balas,
iba a envenenarte
besándote.
El sexto día decidí que no me bancaba la incertidumbre
y fui a abrirte la cabeza para meterle dudas
y una bomba de tiempo.
No estalló.

El séptimo día iba a decirte que no.
El octavo día ya no puedo.

Soy otra.
En mi afán por mostrarte que puedo destruirlo todo
rompí conmigo,
y me desarmé.
es decir,
soy mis pedazos
y también
me quedé sin armas
pero también

me quedé con vos.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Cuando Aristimuño conoció a Fogwill



Este es un relato falso
Aristimuño nunca conoció a Fogwill
Yo te vi con un libro de cuentos, nada más.
No vayas a creer que es cierto
que recordaba las imágenes que estoy inventando
no vayas a pensar que quise dibujarte las mejillas dormido,
no, eso no pasó nunca.
Perdí el tono y la línea del flequillo
¿cuánta verdad podría haber en eso?
Este es un relato de mentira,
un chiste,
una casualidad.
Fuerzo las palabras
no les saco ni un sentido
eso me queda bien
me tranquilizo.
Entre medio de los planes encontré un punto de fuga
como buena impuntual que soy
no sé si lo viste,
se me pierden los ojos también
no me banco los momentos de atención
y pido socorro cuando hablo
hablo,
hablo de más
allano el camino hacia lo incierto:
Sopetón.
En esa descripción hay algo que se contradice:
lo que planeo es transmutar la pérdida
el tiempo muerto para mirar desde el costado
y atravesarte oblicuo en un decorado de encuentros.
Narro, narro para que el tiempo se vuelva denso
para escribir un relato falso.
La primera verdad es esta:
leías los cuentos completos de Fogwill cuando te vi
yo escuchaba a Aristimuño antes de llegar.
Nunca vayas a pensar que lo que escribo es cierto,
con que el texto soporte las capas de piel que voy perdiendo
el peso de las manos
que ahora sueltan la garganta
una mirada tirada boca arriba
sin leer a nadie
sin escuchar nada
quién podría intuir que escribiéndote me mojé toda.

Es que no hay que creerme nunca cuando escribo
aunque deberias abrazar siempre el milagro de estas palabras.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Habrían hecho el amor esa tarde en los alrededores de General Pacheco



El muchachito estaba parado en la terminal de colectivos
en Panamericana y 197
prensa al hombro
sol al cuello.
Ella llegaba de estudiar en la universidad.
Él salía de mulear diez horas en la fábrica.
Ella estudiaba Letras
él trabajaba en Kraft.
Nunca se habían visto
pero se vieron.
Supongamos que ella nunca hubiera notado
la prensa roja, zurda y militante
que él llevaba.
Hubiera seguido de largo
pensando en la explotación de los marginados y de los oprimidos
pero nada más.
Supongamos que él nunca hubiera militado
en la calle o en la parada de colectivos
que nunca hubiera salido a caminar por ahí.
Supongamos que nunca se hubieran notado,
porque no lo hicieron,
supongamos entonces que ella llegaba y se iba
cuando él venía y se quedaba repartiendo los panfletos,
dónde iba a estar la lucha de clases
¿en los libros?
ahí no
¿en la prensa?
ahí no.
Bastó con que el colectivo no llegara
y ella corriera desesperada a comprar una botellita
de jugo de manzana light
para chocarse con este muchachito
de mameluco azul obrero
y pelo despeinado y un poco seco.
Fue suficiente con que ella le dijera perdón,
no quiero quitarte más tiempo pero
tenés una prensa para regalarme
es que me quedé sin cambio en el kiosco
pero te juro que te la debo.
No hubo más que contestarle,
él le dijo que cómo no iba a hacerlo
si nadie le había pedido las publicaciones
en lo que iba de esa semana de cinco días
al rayo del sol y al filo de la desesperanza
si ella era tan linda
y atenta
y atropellada.
Él le fió la prensa
ella le tiró una sonrisa.
Después le dijo que lo esperaba
al otro día.
Y lo esperó.
Bajó del colectivo semirrápido
un viernes a las seis de la tarde
horario puntual del compromiso
y del chipa frío en la calle.
Ella lo esperó.
Sentadita en el refugio que da a la ruta
se puso a leer en silencio
el día le guiñaba un ojo y
así lo esperó
realmente
lo esperó.
Un paréntesis
hay muchachitos que trabajan en fábricas
y viven en las villas
y hay otros que van a las villas a hacer el trabajo de fábrica.
Resulta que él se fue a cortar la calle
porque en el barrio faltaba el agua
y cortó la calle mientras ella lo esperaba
sola y aturdida.
El episodio que sigue es confuso
nadie logra reconstruir la escena
pero dicen los vecinos del bajo
que él era un mocoso irreverente
que cortaba la calle del fondo
cuando nadie lo llamaba.
Había empezado a llover y ella se angustió un poco
recordaba los ojos simpáticos del muchachito
y se le subían las cosquilas del muslo hasta el vientre
¡qué mala suerte!
El chico de la fábrica no apareció nunca.
Ella, ya estaba empapada.
De la lluvia.
Él, también.
Su cuerpo lo encontraron en un callejón entre
el paredón del barrio cerrado
y el barrio de en serio.
Ella lo esperó
toda la tarde.
El chico tenía la mirada perdida entre los pastizales viejos
de entre sus cejas chorreaba un hilito de sangre
que dibujaba la circunferencia de la bala perdida
que la policía dijo que se le había escapado
durante la manifestación.
La chica mojada y solita
lo esperó
toda la tarde.
Él, no pudo contarla
pero ella
volvió a su casa defraudada por el plantazo del pibe
y nunca supo del episodio del enfrentamiento
en el barrio de al lado;
se enojó y tiró la prensa a la basura
sin meditarlo mucho tiempo.
La historia de amor entre la chica y el chico
se las debo.
Quería escribirla
puntualmente y estéticamente diagramarla
pero se me perdió durante
el encuentro fortuito de una bala
y el entrecejo de un pibe
cabecita de novio que no fue.
La historia de amor
¿dónde está?
¿en la prensa que traía de la fábrica después del laburo?
ahí no
¿en la esquina del choque de cuerpos imantados?
ahí no
¿en la mano impune que dispara a cielo abierto?
ahí no
en la seguridad de saberse bien muerto
por ahí anda.
"Grupo de piqueteros hieren a un oficial de la policía
que se defendió con su arma reglamentaria
durante un corte de calle en el barrio más inseguro de Tigre"
escuchó en las noticias.
Después se indignó un poco por el mundo en que vivimos
y cambió de canal.

viernes, 25 de octubre de 2013

Cero

El llanto está en la frente
comparte espacio con mi habla
ninguno escapa
la cabeza es un muro decorado con ojos tristes.

martes, 22 de octubre de 2013

Soy muy careta



Me dijo que leía a Girondo y me pudo
me hablaba de revolución y de vanguardia
y yo me enamoré de la superficie textual de su cuerpo
soy muy prejuiciosa
y si no escribe versos no me animo
tanto como si no se viste como quiero
porque lo que más me intriga
lo que más me excita
es su texto
soy una condenada grupi de la poesía
tan careta como una cheta de boliche
tan careta como un adicto vendiendo caramelos en el bondi
nunca podré recuperarme
de mis propios secuestros inútiles
tardes abriendo libros compulsivamente
haciéndolos caer por azar en hojas repetidas
el orgasmo literario tiene mucho de encuentros casuales
relaciones textuales y efímeras
conocí por chat a un poeta
me pudo al instante
nunca se lo dije
lo leo en silencio y le escupo en la cara
su propia gracia
no temo que me lea
no temo que me hable
sólo temo verme ridícula
enamorándome de la superficie de su texto
yo, que era tan esencialista
encontrando nuevos sentidos materiales
quizá era hora de hacerle frente a mi morbo
pero no pude escribirle ni un verso
no pude acercármele ni diez centímetros
no quise que me delate mi cara de acabada en vida
y me fui a leer poesía por ahí
en las oscuridades de los bares
y los centros culturales donde se juntan
otros tantos grupis poetas
que sólo saben nombrarse a sí mismos
repartirse en su propio cuerpo
egoístas y banales
se leen en voz alta entre ellos
y nos felicitamos todos,
si no deberíamos callarnos o tirarnos cosas
pero nos da miedo
vernos desgraciados diciendo tantas boludeces juntas
uno que sufre por amor se enamora de pendejas
otra que es una resentida putea y habla de su noche
yo, que no soy ni eso ni aquello
vuelvo a mi barrio
leo a mi poeta
y lo deseo como estúpida.

lunes, 7 de octubre de 2013

Lengua de Mandinga




Las poetas somos lindas, nunca hermosas
la nostalgia nos parte al medio,
el mundo nos convoca
y le cantamos las cuarenta:
con voz de sirena
hundimos barcos.



***


Soy peligrosa 
porque tengo una lengua 
que siempre
secuestra tu peor grito:
el que no sabía que ibas a encontrarlo
(entonces te morís de vergüenza
pero ya está todo escrito).


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Una historia del arte



Nunca hubo bibliotecas en mi casa,

ni libros apilados en las mesas
ni colecciones de obras colgadas en paredes enduidas.
En verdad, mi infancia transcurrió en una casa
que, como le decíamos
se parecía más a una caja de zapatos
y siempre con la mudanza inminente,
con todo a cuestas,
estaban los libros guardados también en cajas.
A veces buscaba distracciones

y encontraba libros
del magisterio que estudió mamá
de los viajes en barco de papá
y esos no tenían tiempo ni dueño.
Estaban.
Los libros estaban, aparecían entre hojas
o frazadas.
Yo me metía en la caja grandota
que había sido de un lavarropas
y que ahora tenía papeles y libros
y la caja era apenas más baja 
que mi pelo atado con dos colitas y lienzos,
y revolvía todo y buscaba,
no sé bien por qué.
Nunca hubo bibliotecas en mi casa,
ni viajes a Europa
ni muebles heredados antiguos.
Sí hubo un televisor viejo de segunda mano
y cajas.
Muchas cajas.
Un día, encontré dos tomos grandotes
de papel.
Dos Quijotes.
Otro día, un papel bordó con nenitas
que envolvía
un Martín Fierro.
Mi mamá me insistía en que los leyera,
eran sus libros del magisterio,
y mi papá me decía que un tal Saer,
que escribía como yo.
Nunca supe de dónde emergía
ese gusto literario

ese placer de la lectura
si en mi casa nunca hubo bibliotecas.
Si siempre hablábamos de libros
pero nunca veía los libros,

sólo a veces.
Si los cuentos eran cuentos de hadas
y la literatura era un misterio de grandes,

si las historias de barcos estaban en las charlas con mi padre marinero,
las historias de provincia en los relatos de una abuela,
los partidos de izquierda en los domingos del almuerzo
cuando venía mi abuelo de izquierda,
en el amigo de mi abuelo de izquierda, que también era zurdo
y había estado en la selva, 
con el Che,
y con los indios.
Se llamaba Ortega, le decíamos

El Indio
porque todas sus conversaciones comenzaban diciendo
"El problema de los indios..."
Ortega conocía también a mi tía Teresa, 

lectora de Agatha Christie,
que a su vez estaba casada con Ernesto, el tío
que en su vida leyó un libro
pero contaba las mejores anécdotas de ciudad.
Nunca hubo bibliotecas en mi casa

ni en las de mis abuelos
o de mis tíos.
Pero historias y libros

siempre estaban las historias y los pocos libros
apilados en la mesa
guardados en cajas
sosteniendo la historia del adornito de Nefertiti
que había traído mi papá de Egipto
que había comprado en un viaje con su sueldito de marinero.
Pero la historia del viaje por el mundo no estaba en ningún libro.
La historia de la guerra en barco a Malvinas no estaba en ningún libro.
La historia del partido comunista no estaba en ningún libro.
La historia del estudiante de la ESMA durante la dictadura no estaba en ningún libro.

La historia del calabozo y la comida de mi abuela por la reja no estaba en ningún libro.
La historia de la hermana de la tía que había quedado monja en el convento no estaba en ningún libro.
La historia del amor adolescente de mi madre no estaba en ningún libro,
los sueños en los que a mi abuelo le martillaban la cabeza 
o le sacaban los ojos, como a sus amigos, menos.
La historia del peronismo no estaba en ningún libro.
La historia del arte tampoco.
En mi casa nunca hubo bibliotecas,
sólo algunos libros en cajas
o en la mesa,
pero historias

tengo bocha. 



miércoles, 28 de agosto de 2013

cuidado con las palabras (dijo) tienen filo te cortarán la lengua cuidado




el poder de la literatura es el contagio, y es tan poderosa, que construye sus trincheras con formato de cuarentena

de repente, toda lectura es un posible caldo de cultivo
vemos los síntomas porque el lector devino cuerpo enfermo
a mí me gusta la literatura terrible, así, contagiosa y sin remedio
por eso, cuando escribo, también me tengo un poco de miedo

viernes, 23 de agosto de 2013

El colectivero de la 720



Mi colectivero de la 720 me ama, lo sé.

Hoy me esperó con unas cumbiambas
y un LCD de 17 pulgadas nuevo.
A veces me seduce con los Redondos, 
él sabe que soy Luzbelita. 
Además cuando me cobró me guiñó un ojo,
yo apoyaba la SUBE en la maquinita
despacio
sensualmente
esperando que diga con su boca de pícaro
"un pasito para atrás, por favor"
para meterme en su colectivo
apretujándome.
Después me agarro fuerte de una

manija
y lo miro de reojo por el espejito que está al fondo.
Sé que también me mira,
y que cuando nos miramos nos amamos
porque cuando lo hace, prende las luces azules
pone la música más fuerte
y empieza a tararear moviendo la 
cabeza 
sintiendo la esencia
de nuestro origen.

Estas cosas en Capital no pasan.

Ojalá nunca prohíban
el estéreo de mi colectivero de provincia.

domingo, 18 de agosto de 2013

El culorroto


De chiquito era un ganador
un macho ejemplar.
Era lindo y en la escuela
se levantaba a todas las minas,
y estaba sólo con las que él quería.
Siempre fue más inteligente que el resto
de sus amigos
y siempre sabía cómo hacer
para conseguir todo lo que quiso,
hasta que un día
un día deseó
que le rompieran el orto.
Le daba vergüenza pensar en su orificio
en los grititos que pegaba
su circulito anal.
Le daba vergüenza pensar en él mismo
como el Culorroto.
Tenía una novia re linda,
cuando se lo rompieron por primera vez.
Era alta y esbelta
tenía una figura infartante
un cerebro imbatible
y un gusto particular.
Resulta que a la chica le gustaba
entrar
más que le entren
y entonces,
un día ella le dio la sorpresa
y le abrió la puerta de entrada
al placer del jardín de atrás,
donde cuando llueve todo se
convierte en barro
para lucha libre.
Ella le dijo "zas", vení, querido,
te voy a enseñar lo que tenés que saber
y él le dijo "bueno, querida,
pero que mis viejos no se enteren"
(y le entró).

Por eso, no te angusties,
si no te quiere,
si te dijo qué tremendo traste
el de esa mina
y nunca dijo nada
de tus tetas.
Él quiere distinto,
y se fue con tu amigo
que hace poco te dijo
"amiga, te vengué.
Le rompí el culo"

¡Ay! (gritó)
Zas, dolor
conocido.
Tánatos
y eros
de un lado y del orto,
es decir, del otro.
Sorpresa,
sorpresa,
nena,
el chico bien
el que te histeriqueó
era un culorroto.


sábado, 10 de agosto de 2013

Panic Attack


Ataque de pánico:
soy re moderna,
un ataque de pánico
para dejar de escribir.
Cuando vomito tiemblo
o no tiemblo,
no hago nada.
Cuando respiro tiemblo,
no respiro,
no lo sé.
Cuando escribo
vomito y tiemblo,
ahora también
literalmente
literariamente
¿a quién vas a llamar?
estás sola,
más sola que la mierda
arriba del sesenta a las seis de la mañana
y ya le dijiste a todo el mundo
que vos podías sola
hasta que tu cuerpo
tu cuerpo te dijo "nena, no".
¡Chofer, detenga un rato el mundo!
Querías casa,
tu casa,
tu encierro,
tu muro de palabras invisibles
o virtuales
o manuscritas
y pensaste en un vómito como metáfora
y lo escribiste en un texto
pero viste que dice Lacan que
la ficción tiene estructura de verdad,
entonces la metáfora se hizo efectiva
y se te aceleró el pulso
y te dolían el pecho
y los ojos
y los cerrabas y te dolían los párpados
y los vacíos
y los abrías y el mundo estaba ahí constante
igualito
sin la luz salpicada en la oscuridad del ojo
con toda la seguridad de sentirte muerta
o moribunda
o ajena,
con todo el cúmulo de cosas en la garganta,
lo que no te podés tragar,
o todo lo que te tragaste
cuando cerraste la boca y te pusiste a escribir,
y no decías nada
porque las palabras silenciosas tienen más fuego,
entonces escribí con un vómito en la calle
como cuando escribía poemas de la calle
ahora estaba el vómito material
ahí, vomitadito, sin el texto.
El vómito era el significado pleno
y la inconciencia en el piso
mirándome a la cara
preguntándome
nena,
¿qué te pasó?

viernes, 9 de agosto de 2013

Ciclo de vida



Cuando era chiquita
y estaba en la escuela
creo que fue en quinto grado
un día la maestra preguntó
si sabíamos cuál era el ciclo de la vida
de los seres vivos
y nadie respondía
y yo levanté la mano y dije
que los seres vivos "nacen
crecen
se reproducen
y mueren"
y ella me dijo que eso estaba muy bien
y me preguntó de dónde lo había sacado
y yo le respondí que lo había pensado pero
que no lo sabía.
Después crecí,
porque yo también soy un ser vivo
aunque había sido una ser viva
porque nací grandota,
casi me ahogo en la panza
cuando mi mamá estaba pariendo
y ya era grandota y gordita
y tenía los cachetes morados
y pelo en la cabeza
pero no en la concha.
Por eso
cuando me crecieron pelos ahí,
yo sabía que me iba a tener que reproducir
pero todavía no quería tener hijos
y hoy ya no sé si lo quiero;
pero era una chiquita grandota,
me desarrollé y crecí muy temprano
porque cuando la maestra preguntó eso
yo ya tenía pelos y estaba menstruando
y no sabía si iba a querer reproducirme
aunque estaba creciendo
y andaba en bici después de clases
y miraba a mi vecino de enfrente
que era rubio y tenía ojos azules
y a mí me gustaba y quería casarme con él,
como en las películas,
como en las fotos del casamiento por iglesia
de mamá y papá, cuando vivían juntos.
Pero nunca hablaba con él,
le escribía poemas,
yo tenía diez años
u once,
y le escribía cosas que nunca le dije,
porque siempre escribí más
de lo que mi boca me permitió decir.
Después seguí creciendo
y me preocupé por tirar abajo ese paradigma de la vida
aunque a los diez yo quería casarme y tener
mil hijos,
después de los diez
nunca tuve novio,
y no sé si crecí
porque era la chica anti-natura
y contra la naturaleza me puse a estudiar letras
y ahora doy clases a nenes
de poco más que esa edad
y les digo mentiras boludas
como que "cazo" se hace con rifle
y "caso" de boda se escribe con ese,
aunque cazar y casarse impliquen un poco
de la misma cosa;
así que nunca supe más nada
de ese ciclo de tránsito por el mundo
que le había dicho a la seño de ciencias naturales
que teníamos en el mundo los seres vivos,
y poco a poco lo olvidé.

Aunque ahora, un poco más grande
miro en perspectiva y sé
que como ser vivo no soy tan viva
ni tan piola

es decir,
yo escribo.
y cuando escribo también
nazco,
crezco
(me) reproduzco

muero.

domingo, 28 de julio de 2013

Flujo verbal


Tengo el sexo lleno de palabras
flujos verbales
y besos que declinan
de forma irregular.
Me gusta así,
la ironía del tacto
la poesía del cuerpo
la violencia metida en los ojos
las piernas que jadean
participios infértiles
las manos que se agarran de las caras
contra el pecho
como si nos tuviéramos muertos
estrangulándonos.
No te extrañes si me ves
quietita callada
roja.
Son voces que se acercan
y me llevan rozándote a vos.
Después muerdo tu lengua
con la honestidad del espasmo
más predecible
y los labios se erizan de secos
y hay un ruido bombeante
que nace de la voz que ruge.
Los dedos son la orgía
que dispara hacia el punto de fuga,
no tengo un punto ge.
Por eso siempre vuelvo a la lengua:
tengo el sexo lleno de palabras
y el poema está
en tu boca,
la que mejor
chupa
mi flujo verbal.
.

jueves, 25 de julio de 2013

El ángel exterminador



Me siento confuso. ¿Qué sucede aquí?
No sé cómo hemos podido llegar a esto,
pero todo tiene sus límites.

"El ángel exterminador" (Luis Buñuel, 1962)


¿Hay algo más sincero que la poesía? Yo me pregunto a veces si las palabras que terminan versificadas en un poema no son más que intentos desesperados por ayudarte a comprender el mundo. No sé por qué querés entender a las personas, no sé por qué elegís que yo me meta en tus asuntos, pero de una manera u otra, terminás escribiendo sobre eso.
Las emociones son un universo distinto, donde uno puede pasar y saludar, o quedarse perdido bastante más tiempo. Lo mismo pasa con los colectivos. Los esperamos bajo la noche y el frío, un rato hasta que pasan y los tomamos, o dejamos pasar varios, nos prendemos un cigarrillo y el calor entre los dedos se enciende como un reloj marcha atrás, vemos las puertas cerrarse y abrirse, los motores rugir como máquinas también del tiempo, y la elección de tomarlos es solamente nuestra.
Y eso nos pasó varias veces. Las otras veces que nos veíamos, también eran así. ¿Qué te trajo hasta mi cama, pequeña?  ¿Seguimos en la película? ¿Te puedo abrazar? Yo digo que nos sigamos viendo, hasta que nos lastimemos. En ese caso, no tendríamos que vernos más.

Si me preguntás qué viene primero, el arte o la experiencia, yo no sé qué contestar. Hay arte si hay experiencia, pero también hay experiencia artística, y se parece mucho a lo que hacíamos cuando charlábamos en las paradas de colectivos, sabíamos que estábamos nutriendo un artefacto maligno, una máquina de descifrarnos. Lo que pasa es que te estoy educando. La literatura es el único espacio en donde uno puede decirlo todo. ¿Y sabés quién dijo eso? Derrida.

Todas las mujeres a las que me acerco, salen lastimadas. Hay cosas en las personas que resultan inexplicables cuando las miramos fijo. Creemos que entendemos todo, racionalizamos y damos soluciones, pero son tremendamente misteriosas. Ese es el efecto que causás y me encanta tu enigma, me encanta cómo contestás, sos impredecible. Pero te saqué la ficha al toque, desde el primer día. El secreto que habías escondido entre tus dientes y mi cuello, entre tus uñas y mi espalda, entre tu mano y mi cara cuando me echabas contra el sillón, o la cama, y despacito me dejabas acercar a tus entrañas furiosas que estaban tibias y sensibles, y notando mi respiración desde mi boca, te metías como por un túnel y seguías buscándome a mí dentro de mí mismo, donde no cabía más nada.

Cosita, el miércoles me tuve que ir más temprano porque me peleé con mi Hada Madrina, ya lo sé, te habrás enojado conmigo pero quería que supieras que tu mensaje lo recordé. Vamos a vernos pronto, en la medida en que mi trabajo lo permita. Tengo ganas de verte y que te quedes a dormir, tengo otro desafío nuevo para vos y me gustaría verte con el disfraz. Por cierto, sentarme al lado tuyo fue divertido. Sos graciosa. Te quiero.

Cualquiera que sea el motivo, siempre va a haber una excusa mejor para retrasar el momento de subirte al sesenta. El frío está calando los huesos, casi siempre lo mismo, ¿me das la mano? ¿te puedo acariciar? ¡Cómo te gustan los mimos! ¡Es increíble! Me gusta estar con vos. Sos como un gatito. Te quiero cuidar.

Algo del orden de la expresividad desmedida tenía que ver con nuestras conversaciones y nuestros encuentros. La piel era el espacio más habitable de toda la habitación y la conversación era la cosa más inevitable cuando venías a casa. Tenemos un sexo cósmico.

Pero no podemos ser pareja. No podemos tener ningún compromiso. Quiero que te pongas de novia con algún chico, mejor. Y a esa mina me la quiero coger, me la quiero garchar primero que nadie, y la quiero tirar contra la pared y romperle todo, ¿te imaginás? Propongámosle un trío, yo creo que le va a gustar, a mí me encantaría, me la quiero re bajar, y coger, me la quiero re coger a ella y a vos, Cosita, ¿entendés como es? Es que me encanta estar con vos, sos muy sexual, aunque me da ganas de acariciarte, eso no me pasa con todo el mundo, ni siquiera con las otras minas con las que me acuesto, me hacés sentir eso, ganas de acariciarte, y cuidarte, porque me gustás. Sos tremenda, ¿sabías eso? Sos una pendeja de mierda, vení a recitarme poesía al oído, dale, me encanta el sexo con vos. ¿Te pusiste de novia con el de derecho? No te enojes, Cosita, es lo más romántico del mundo querer que te pongas de novia con otra persona, me gustaría verte de novia, sabés, tenés que buscarte un novio que te acaricie, ¿ves cómo te gusta que te acaricien? Es incríble lo que te encantan los mimos, te quedás quietita y acurrucada, sos una cosita tierna. Quién hubiera dicho que detrás de esa actitud de chica mala iba a estar esta cosita. Dale, ponete de novia, que sos linda y vamos a vernos en paradas de colectivos porque es romántico y es más fácil conversar. Yo te quiero educar, el frío del invierno saca nuestras mejores charlas,  y quiero tenerte así personificada para mí, quiero que me digas lo que pienso y quiero que te quedes quietita. Haceme sentir querido, haceme sentir persona. No quiero que me gustes pero como somos personas voy a acompañarte hasta que te vayas.

Hoy tuve un mal día, pequeña. Veo que pasan los días y no sé cómo salir de mi casa. Quiero tener las cosas claras, y no sé por dónde empezar. Siento que exploto, o que subo muy alto y después bajo muy lejos. Me gustaría tenerte acá al lado para que hablemos, tengo ganas de verte, ¿cuándo venís a casa? Acordate que me tenés que regalar el cuadro que me prometiste, no quiero más poemas. Estoy cansado. Quiero parar. ¿Cómo se hace para parar? Quiero dejar de ser Don Draper, Cosita, ya no soy más el ángel exterminador, pero no sé cómo parar. ¿Qué se hace? Me estoy por ir a dormir y no dejo de pensar en lo que va a pasar mañana, quiero estar en paz. Quiero parar el mundo y tocar el timbre y bajarme, pero no me sale. Ser adulto es un bajón. No quiero hablar diferente, odio vestirme con trajes, tengo uno solo además. Ser adulto es difícil, hay que reorganizar todo, y aceptar una existencia en la que tenés que dudar de todo lamentablemente. No me creas, Cosita, no me creas nada.

Me gustan nuestras conversaciones. No sé siquiera por qué no puedo dejar de escribirte. A veces hay mucho drama, pero nos gusta eso, ¿no? Me conectás. Me conectás a 220, el otro día cuando te decía que el único mundo verdadero es el de las emociones, lo entendiste perfectamente, eso es porque conectás a las personas, ¿no te das cuenta? Me hacés sentir cosas, sos una pendeja tremenda, además me encanta tener sexo con vos, ¿cuándo nos vemos? Vení mañana. Vas a venir mañana, ya lo decidí.

Cuando entiendas que yo tengo el poder, vas a llevarte mejor conmigo. Soy el adulto, te lo digo porque te quiero. Cuando entiendas que vos hacés lo que yo digo, vas a saber cómo actuar. Tenés que empezar a verlo, Cosita, se hace lo que yo ordeno, y cuando te digo “nos vemos” vos me vas a decir que sí. Estuviste, cuánto, ¿dos semanas esperando el colectivo en el frío? Sos una pendeja muy grosa, pero el que tiene el poder soy yo. Es que es así, es algo natural, a donde voy, siempre tengo el poder. Y no podés contra eso, y te quedaste esperando el colectivo conmigo, ya sé, me victimizo, mucho drama, ¿no? Un poco de tierno tenía todo, pero vernos en las paradas de colectivo era un garrón. Sin embargo hacías lo que yo te decía, yo quería tirarme encima tuyo y sé que vos también, y yo no lo hacía porque no entendía nada, y me estaba probando no hacerlo, pero vos no lo hacías, me hablabas de los muros invisibles y yo tenía el control. Pero esto es lo que me provocás. Quiero ser tuyo. Quiero ser de tu propiedad. Quiero ser tu esclavo.

No sé qué me pasa con vos, no sé qué es esta relación extraña que tenemos. Pero no te enamores de mí, ¿eh? Si te enamorás de mí, te voy a mandar a la mierda, y yo quiero ser tu amigo. Aunque tengamos una relación extraña. ¿Podríamos darle alguna forma? Pero sin ser pareja, yo quiero verte y me encantás, me gusta dormir con vos. Te extraño. Pero no te enamores de mí, Cosita, por favor te lo pido, no te vayas a enamorar.

El otro día te tuve miedo, sí, sos tremenda. No sé si miedo; respeto, cuando decís algo, me sale respetarlo, aunque al otro día te hable como si nada y haga lo que quiera, vos también hacés lo que querés, me decís que llegás a las ocho pero vas a venir a la hora que se te antoje. En cambio yo te tengo un poco de miedo y de respeto, por eso si me decís que no te tengo que hablar, no te hablo, y no te hablé, ¿te diste cuenta? Te respeté tu espacio, porque te tengo un poco de miedo, y eso me gusta de tu personalidad. Entonces te vine a esperar acá, a la parada de colectivo, porque sabía que ibas a estar, pero si querés que me vaya me voy. Iba a tomar algo con unos amigos, pero tenía ganas de verte, te extraño. A veces cuando te enojás no te entiendo, te ponés refuriosa y me cuesta saber qué te pasa. Es que ponés esa cara, una cara de estar odiando y disfrutando el momento al mismo tiempo, como hacés ahora, me mirás y yo no sé si me tengo que ir o me tengo que quedar, ¿qué hago? Quedan pocos días de colectivo obligado, cuando dejemos de vernos en paradas de colectivo, ¿te puedo venir a buscar acá? Yo sé que todos los viernes vas a estar en Cabildo y Juramento esperando el sesenta y yo te voy a venir a buscar y vamos a charlar, o si no te gusta lo del colectivo, podemos ir a tomar algo a un bar. No sé, es ridículo, es una idea, quiero que nos sigamos viendo. Pero qué relación, qué tipo de relación podemos tener nosotros. Yo estoy en un momento extraño de mi vida, y vos tenés que hacerme caso, te tenés que poner de novia y dejar de verme, ¿para qué querés estar con un tipo como yo? Te rodeás de gente depresiva, ¿te diste cuenta que tenés amigos todos locos o depresivos? Vos no sabés cómo soy en realidad, mi vida es un caos, no me conocés, pero es raro, porque hace poco que nos vemos y me conocés mucho, es increíble como ves tanto, ¿cómo hacés para ver tanto? Yo no digo que seas como un espejo, no quiero que pienses eso, no sos un objeto para mí, Cosita. Pero dame la mano, dale, somos personas, ¿te puedo educar?

La primera vez fue la única vez que tuvimos sexo racionalmente. Después se fue todo al carajo.

Estoy cocinando milanesas. No sé si te enoja, es mi quehacer cotidiano. Me gusta compartirlo con vos, ¿te enoja? Somos amigos. Pero te quiero. Hoy estoy cansado, decidí resolver mi historia y quiero estar bien. Pero para eso tengo que estar solo, no podemos compartir nada. Quiero saber qué te enoja. Hoy me crucé con una mina que no veía hace años, está refuerte, le pedí que se case conmigo, y me dijo que sí. Es que se me da fácil esto con las mujeres, tengo mucha suerte con las mujeres. Porque soy lindo. ¿Vos tuviste sexo el fin de semana? ¿En qué anda todo con el abogado? Me dijiste que te gustaba. Vos me gustás. Desde mi ex que no me gusta nadie como vos, sos linda. Pero no podemos tener una relación, Cosita. Dejemos pasar un tiempo, a ver qué pasa. Va a ser lo mejor.

Estaba de muy mal humor, qué bueno que viniste. Me hacés bien. Me gusta verte, sos lo más, ¿sabías? Ya sé que te molesta que te diga así. Me gusta hacerte enojar, despeinarte, moverte el flequillo. Dame un beso. ¿Por qué no me querés dar un beso? Siempre hacés lo mismo, ¿te lo tengo que dar yo? Mirá lo que hacés conmigo, sos una pendeja tremenda, ¿quién era tu amiga, de la que me decías?¿Está buena? Decile de hacer un trío. ¿Te puedo abrazar?

Me calentás, quiero hacer lo que vos digas, quiero responder a tus órdenes. Me calentás, pendeja, ¿no te das cuenta? A veces pienso que soy un objeto para vos, no sé si te gusto realmente, pero me recalentás, me encanta coger con vos, sos tremenda, y encima tenés veintitrés, a los veintisiete vas a ver cómo te va a gustar tener un látigo en la mano, y vas a ser imparable, sos muy grosa, escribís muy zarpado, no le digo halagos a todo el mundo, sólo cuando son merecidos, y escribís muy bien, y me encanta cómo pintás, me tenés que traer tu cuadro, en serio te digo, quiero ser tuyo, hacer lo que me digas, porque me gusta estar con vos, y es lo que me producís. ¿Me chupás un poco la pija? Quiero sexo oral.

Te encanta la lucha por el poder. Siempre querés tener el poder, pero más te gusta luchar por eso, es increíble. ¿Querés cerveza? Dale, drogate un poco, te quiero ver desordenada, nunca te ponés en pedo vos, el porro no te hace nada. Yo fumo un poco y me pega en seguida, te debés estar riendo de mí. Escuchá este tema, esto es música de la era de la música, vos sos muy chica, seguro no entendés. Pero te estoy educando en esto también, ¿lo conocías? Bueno, pero seguro vos no creciste con esto, dale, drogate más así te veo desestructurada y linda. ¿Me das un beso? Pero no me muerdas, está prohibido morder. No me muerdas, porque me gusta. Me encanta. Me encanta que hagas eso. ¿Cómo sabías, pendeja?

Escuchá las sirenas. Es porque se acercan las elecciones. Cuando yo sea gobernante de todo esto, voy a prohibir las sirenas, y se va a hacer todo como yo diga.

Vamos a vernos el fin de semana, porque antes no puedo. ¿Por qué no confiás en mí?¿Qué es lo que no me creés? No logro entender por qué te ponés así. Vas a hacer lo que vos quieras conmigo. Pero nos vemos el finde, antes no. Vas a tener todo el poder sobre mí. Pero no vamos a tener un compromiso, nunca lo tuvimos, nunca lo tendremos. Vas a saber lo que es tener el dominio total sobre una persona. Pero de mí, no vas a tener más nada.

Puede ser que me contradiga, nunca dije que no tuvieras razón. En lo que te equivocás es cuando decís que no te quiero, sí te quiero, somos personas, ¿cómo no te voy a querer? ¿No querés vos a la gente con la que pasás tiempo? Vos sos linda, ¿cómo no te voy a querer? Además me gusta cómo sos, sos lo más. Pero lo único que temo es cuando escribís. Tengo miedo de levantarme un día y encontrarme con un poema que diga absolutamente todo lo que hicimos anoche y no pueda entrar más a dar clases. Eso sería terrible. Es que sos poderosa, y tenés que aprender a controlar tus poderes, eso hacen las heroínas. Por eso tengo miedo, es lo único a lo que le tengo miedo. Pero te permito que escribas sobre esto.

Somos amigos. Llegué a esa conclusión, somos amigos. Ayer hablé con mi ex. Mañana veo a mi futura esposa. En un rato tengo que ir a comprar a la avenida, avisame cuando estés viniendo. Pero eso es bueno, que seamos amigos. ¿Qué pensabas que iba a pasar? ¿Te enojaste, Cosita? Bueno, te entiendo. Nunca dije que fuera a ser diferente. En el fondo te quiero seguir viendo, pero no me voy a morir si no lo hacemos. Me gustás y quiero dormir con vos, pero me da lo mismo si es hoy o mañana. Quiero tenerte para mí, y quiero ser tuyo, pero no vamos a estar juntos. Y me hubiera gustado que me conocieras en otra época. Porque el cuento que escribas va a ser terrible. 

martes, 23 de julio de 2013

Escrito oral



Más violento que el golpe es el grito.

El grito pelado
el grito seco
el grito despacio es gemido
el grito porque sale de adentro,
el que te estrangula
porque es arte.
ARTE,
un pedazo de carne propia entrando y saliendo.
El grito es todo lo que tengo,
no éramos felices,
más bien amargos;
no estamos habilitados
para decir amor.
¿Quién lo dice,
quién carajos?
Entonces grito.
Grito de dolor,
de placer,
de libertad
grito con cada verso berreta
que no estoy habilitada para querer nada,
todas huevadas,
¿Quién dijo que para querer no hay que explotar un poquito,
manejar un cachetazo,
un cross en la mandíbula,
una palabra sincera y una verdad desmedida?
Como no hablo lo grito,
cuando no hablo y mi boca está abierta te gusta
pero cuando me canso de estar reventando
cuando me pongo a chupar de las palabras
que salen de tu boca
como si estuviera revolviendo en la basura
y encuentro estas pobres mugres
y me raspan;
resisto:
más violento que el silencio es lo escrito.
Te excita mi grito
escrito
oral.

domingo, 21 de julio de 2013

Per aspera ad astra



De modo que ningún mortal puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día,
hasta que llegue al término de su vida sin haber sufrido nada dolorso. 
.


Polvo de estrellas
mi noche es un rejunte de polvos malheridos.
Tengo una memoria hostil
y un cuerpo en llamas
una cara siniestra y pálida.
Soy adicta a las contradicciones
o a los contrastes
o a los opuestos.
Por eso digo que el polvo de estrellas
es mi hálito
mi alma.
Quiero seguir con este ritmo
y llenármelo de dolores nuevos.
El polvo de estrellas es mi esperanza,
lleno de súplicas en un cielo de invierno.
Mis palabras son malas palabras
mi boca es una cloaca
mis manos son un juguete del morbo
y mis piernas una fresca sin marcha,
llename de polvo de estrellas
hasta el cielo
el infinito;
siempre sufrí porque lo elijo,
mi verdad son estas rabias pequeñas.
Cuando veo una mueca en mi cara
se convierte en sonrisa perversa
siento crecer una destreza
oral,
siempre oral y de mi boca.
Voy a quedarme a sacar fotos
de este día,
el del frío de mierda;
de cuando salí a la calle 
y el cielo estaba oscuro como la calle misma
y yo caminaba sola con mis polvos salvajes
raspándome en la entrepierna.
Quiero amor del que duele
quiero ser heroína:
voy a tener sexo con todos los dioses
y de la fricción
voy a juntar
mi polvo de estrella,
después lo voy a meter en un frasquito de crema
y lo voy a usar como rubor en mis mejillas
para salir a buscar

otra luz de navaja fría. 





jueves, 18 de julio de 2013

Acompañante terapéutica



El informe final dice
que las tazas quedaron manchadas
la caja de forros vacía
mi cuadro colgando en tu pared amarilla.
Menos mal.
Es decir,
que se quede todo quietito
tengo miedo de mover un dedo
y activar un orden irreversible:
no sé si soy el personaje o el médico
de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Pero la obra está completa.
Yo apoyaba mis pies por un 
camino de brasas
-soy valiente
y poeta-
las palabras también tienen un fuego
que me encanta.
Sucede a la mañana
siempre que observo
los restos del desastre emocional
las bombachas sucias
el delineador perdido en las mejillas
junto con el bretel del corpiño arrancado
y tu labio
mordido
sangrando.
Pero hay otro efecto:
el cuerpo es inerte y resiste.
Las bocas no sólo
chupan
besan
también dibujan
y hieren.
Los labios no cargan
labios
para cerrarse
o abrirse
ni músculos
para amenazarme
de muerte.
Hubo un momento
en que el rostro cambió de vida 
y me asusté.
Busqué en mil manuales y hasta
le otorgué razones mágicas
y sobrenaturales;
tampoco un ángel
caído.
¿Era psicopatía,
esquizofrenia?
Soy sólo una 
acompañante terapéutica:
no soy tan brava
ni tan fuerte,
menos mal.
Porque así reconocí mis debilidades
mi bombacha floja
mi predilección por los precipicios
mis ganas de verte.
Después me noté tambalear un toque
pero no dejé que me caiga:
soy una profesional.
Vos dame trastorno de personalidad
psicosis
delirio
ansiedad
dame con todo 
lo que tengas
que transformo los males de este siglo
y de tus décadas
en arte arte arte.
Pero no me quieras 
intercambiar por el loco
para escapar de la clínica.
Porque 
lo único seguro
es que no saliste de un universo distinto
ni de un útero enfermo:
también descubrí
que sos un personaje siniestro,
como los de los libros.
A veces, cuando somos personas 
no nos damos cuenta
de la ficción en la que estamos inmersos.
Pero cuando la cosa se pone extraña
y roza lo fantástico
y se desorbitan los ojos
y tenés pesadillas
y no entiendo tu lengua
y me asusta verte,
sos un monstruo, no un paciente.

Y yo, que era una acompañante terapéutica
necesitaba quedarme apenas
con el diagnóstico por escrito:

Egodistrónico.
No sé si psicosis o cobardía

o mala leche. 



martes, 16 de julio de 2013

Hasta Tinelli y el Maipo




Hasta Tinelli y el Maipo no paro, 

no paro no, no paro,  porque es mi lugar. 

Estar en Vedetisima,  tener mi sex-toy  
como Moria Casán. 

Se los dije que iba a llegar.
-Zulma Lobato- 

  


Descubrí que muchas personas me leen en lo que va de la existencia
de este nidito de amor y letras.
Hoy, quiero dedicarles este triunfo de la escritura, a ustedes que están ahí
incondicional
o condicionalmente
a mis lectores
-a mis fans-.
Los que encuentran en su inicio de facebook el link, y entran.
Los que entran porque un amigo puso "me gusta" en una entrada.
Los que encontraron abierto el blog en la casa de un amigo y colgaron leyendo.
Los que creyeron que era un blog con fotos de mis tetas.
Los que cayeron googleando las obras de Max Beckmann .
Los que me escucharon recitar en alguna lectura de poesía.
Los que buscaron mi blog en google porque se los recomendaron.
Los que saben que escribo y me piden el blog.
Los  arties que estudian fotografía o diseño gráfico o cine.
Los filósofos.
Mis mejores amigas que hacen terapia y después me comentan "es-tal-cual".
Mis mejores amigas que no hacen terapia y después me preguntan "¿es-tás-bien?"
Mis mejores amigos que están friendzoneados y después me dicen "qué hija de puta".
Mis mejores amigos que nunca me tiraron onda y después me cargan porque los deliré.
Los que entran porque me bancan con cada gilada que escribo y me quieren mucho.
Los amigos de amigos que entran para adivinar a quién me garcho.
Los que entran a ver si escribí sobre cuando me los garché.
Los que entran para seguir el "momento a momento" de mi estado cuando terminé con alguien.
Los que entran porque saben con quién me acuesto y quieren saber detalles.
Los que entran pensando que escribo sólo sobre chongos y después divulgan rumores falsos.
Los que entran porque le pasaron el link diciendo "leé esto que está hablando de Fulano".
Los que quieren adivinar tamaños y resistencias.
Los que están desesperados por saber mi actual estado civil.
Los usuarios de Forofyl.
Los que me stalkean.
Los exs que buscan SU poema para contarle a sus amigos que una chica escribió sobre su pito.
Los exs que buscan SU poema para bloquearlo en su servidor de internet y no leerlo nunca jamás.
Los que se enamoraron de mí y necesitan leer cada entrada esperando encontrarse.
Los que se acostaron conmigo y nunca más, pero les divierte el morbo si hay algún guiño en algún verso.
Mi hermana Valeria cuando escribo algo "romántico".
Mi mamá, hasta que encontró un poema con alguna alusión al ser madre, y no entró nunca más.
Mis compañeros de secundaria, que se acuerdan que escribía en el colegio y ahora piensan que soy una sexópata.
Mis alumnos de sexto año que dicen que es como un decálogo del sexo y algunos, más hormonales que otros, que entran desde el celular en clase.
Mis alumnas de Humanidades, que piensan que mis poemas son una especie de turismo aventura.
Mi psicóloga, que después me da con un caño en terapia.
Los profesores cachondos que entran porque me quieren sacar tema de conversación para levantarme y decirme "qué lindo...que escribís."
Los  profesores correctos a los que les pedí por favor que me ayuden a editar un poemario.
Los profesores modernos que entran a ver si escribí un poema sobre cuando tuvimos sexo.
Los profesores buena onda que me leen porque se lo recomendaron otros alumnos.
Algunos compañeros de trabajo, que entran por curiosidad y después no me pueden mirar a la cara de la verguenza.
Otros compañeros de trabajo, que entran porque les pedí, y se matan de risa.
Un grupo de chicas que no conozco, ni sé cómo llegaron a mi blog, pero me siguen a todas partes.
Las feministas que encuentran algún efecto narcótico en poemas que tratan particularmente sobre hombres.
Los machistas que encuentran algún argumento para martirizarme.
Los otros poetas que entran porque les dije que era poeta y los estaba cargando.
Los que cayeron como conejitos porque les dije que había una zanahoria en esta entrada.
Los que creyeron que estaba escribiendo sobre ellos.
Los que saben que escribo sobre todo.
Los que entienden que escribo por necesidad y no tengo mucha opción al respecto.
Los que van a recordar este post y se van a reír más tarde.
Los que lo cerraron cuando empecé a hablar de pitos.
Los que lo siguieron leyendo para ver si los nombraba.
Y quedarán seguramente algunos que todavía no se sintieron aludidos,
pero tiempo al tiempo:
Hasta Tinelli y el Maipo, no paro;
no paro.

Es decir, que para leerme
primero tenías que ocultarte,
Pero si te gusta,
Cogote.
(leerte) te encanta.