lunes, 16 de diciembre de 2013

Instrucciones para patear a una poeta

¿Quién cantará el amor?
Yo no.                             
Yo amo.                          
A. Pizarnik


Si alguna vez te encontrás en el apuro de querer patear a una poeta, si alguna vez te sentís en la situación de no ser merecedor de sus versos, y no la querés ver más, y querés cortarla, y estás seguro, no tengas miedo de lastimarla, ella ya está curtida, ya lo vivió, lo superará y sólo temerá por tu fracaso.
Cuando patees a una poeta, no lo hagas por chat ni por teléfono. Las poetas también lloran y miran a los ojos cuando reciben la noticia. Tenés que mostrarte fuerte y sincero, decírselo en la cara, asumir el riesgo de su ternura, ponerlo en palabras, decir sin rodeos no-te-quiero-más.
Las poetas te hacen creer que no le tienen miedo al fracaso ni al futuro, pero les espanta cortar sin motivos lo que no fue. Así que no le hables en pasado. Cuando se lo digas, evitá hablar en pretérito, y no le digas que te "encantaba" dormir con ella, no lo enuncies así. El pasado y la nostalgia las hace trizas.
Si leés un poema que te escribe, no le digas que te gusta. Cuando una poeta te escribe, te inscribe en su mundo desde ese segundo y para siempre, recordá que lo único no permanente es el pasado, en el mundo de las poetas, la vida es pura posibilidad.
Tampoco la mires y le digas que es linda. Ser linda, para una poeta, no es un valor. El único valor es su coraje, su corazón pleno, su amor-rabia, su entrega, su fragilidad decorada con palabras seguras.
Nunca pero nunca le digas que te apena no seguir viéndola porque te gusta. Una poeta no concibe ver a alguien sin el deseo de hacerlo, y no entiende si dos se gustan, cómo es que no van a verse más.
No empieces nunca a victimizarte y no vayas a compararte con sus logros. Ella te elige porque siente que puede darte algo, llenar tu mundo con consejos, con frases que te recuerden que la vida es un seguir adelante, y los puntos estancos la aterran tanto como no aceptar la gracia y la dicha de estar con vos.
Bajo ningún motivo le digas que no estás enamorado. El amor, cuando todo termina, es una mala palabra. Es la muerte de sus mil mundos posibles y del deseo, es arrancarle del cuerpo la ilusión de ser más que uno, el amor es todo lo que pudo haber sido y lo que le quitaste de sopetón, con la excusa de todos tus miedos.
Las poetas son una especie rara pero no diferente del resto de las mujeres. Si le dijiste alguna vez que el cielo es rojo, ella entenderá que para vos es rojo, aunque para ella pueda ser azul, o amarillo. Entonces no quieras hacerle entender que de repente querés ver un cielo fucsia o anaranjado y que los dos no estaban mirando el mismo cielo. Al fin y al cabo, hablan el mismo idioma, entienden lo que escuchan tal como dijiste que lo querías ver.
Tampoco vayas a decirle que entienden las relaciones de manera distinta. Todos entendemos las relaciones de manera diferente, y una relación con una poeta se construye buscando el equilibrio, con perseverancia.
Ella sabe cuál es tu miedo, así que no lo escondas. Se da cuenta si estás lastimado, si buscás algo serio o si querías una aventura divertida que te recuerde que estás vivo. No pierdas el tiempo explicando qué salió mal. Ella lo sabe.
En ningún caso le digas que te molestó que pensara las cosas demasiado. Ella se tomó el tiempo para hacerlo por los dos y la contenta saber que pudo ponerlo en palabras, desglosarlo, desarmar al amor, reconocer que la palabra amor se construye de sumar A con M con O con R y quiere ver por qué letra de la palabra van transitando, sacar fotografías de las sílabas que van formando como balbuceos de bebé, caminen por la calle de la mano o se miren como desconocidos cuando salen de un hotel-alojamiento.
Pero si pateás a una poeta y ella te dice que te quiere, estás perdido. No le digas que también la querés, lo sentirá como un eco. Un eco, porque querer como ella quiere es un acto poético, único e irrepetible que perdurará en sus poemas para siempre, mientras vos irás en busca de amores que te harán sentir vivo por segundos y tal vez te muevan el mundo, pero a diferencia del amor que estalla, un día tal vez distante, volverás a leer sus poemas y la palabra "te quiero" permanecerá intacta, inamovible, agarrada del blanco de la hoja con la fuerza y el coraje del corazón pulsante de ritmo dulce, torpe y alegre que acabás de romper.
Por eso, si querés patear a una poeta, no te arrepientas. Tarde o temprano va a llegar el momento en que te cruces con alguien que te mueva el piso pero que no te escribirá poemas. Seguramente vivas ese amor como poesía, pero lo único que permanece, el único consuelo de estar vivos, es que aunque el amor muera, cuando lo sabés escrito, reconocés que fue el único momento real y verdadero, la emoción más fuerte que alguna vez alguien sintió por vos.

Y te vas a sentir un boludo, lo que sucede es que para estar con una poeta hay que tener las pelotas; reconocerte como un eunuco y patearla debe ser un bajón.




1 comentario:

polonia dijo...

"Correr el riesgo de su ternura"
<3