miércoles, 29 de enero de 2014

La P de poeta que tanto te gusta también es la P de Puta


I've been holding out so long
I've been sleeping all alone
Lord, I miss you.


Te esperé media hora. Me puse nervioso. Creí que no venías. Pensé que te habías arrepentido. Me puse paranoico. Te llamé mil veces. No puedo dejar de pensar en que no venías, me tiemblan las rodillas, y tengo calor en la nuca. Me hiciste esperar al sol y creí que no venías más. Estacioné el auto a la sombra y pasé por la puerta de tu casa caminando, quería sentir tu presencia. Pasar por la puerta de tu casa es así, veo tu casa y te imagino adentro, pero cuando te esperé me desesperé, no sabía si estabas ahí, si no querías salir. Y me vine a esperarte a donde me dijiste. Te llamé la primera vez a los diez minutos, diez minutos aguanto, después ya no. Empiezo a ponerme nervioso, sabés que me pongo nervioso cuando espero, me hiciste esperar un montón. Entonces te llamé y no me atendiste, lo sé porque hice sonar un montón de veces tu teléfono, no estaba apagado ni fuera de servicio ni nada, solamente no me atendiste y me enojé. Empecé a caminar y volví a pasar por el frente de tu casa. Algo había distinto, nada fuera de lugar, pero quería golpear las manos y preguntarte qué había cambiado. La casa me miraba muda, yo la acusé de cómplice y seguí de largo. Empecé a mirar las cuadras siguientes y vi pasar un chico que iba a tu esquina. Recordé que habías salido con un chico de tu barrio y este chico tenía cara de haber salido con vos. Esa camisita cuadriculada con bermudas y zapatillas de bebé de mamá, hacía calor para camisita, ese pibe seguro salió con vos. Tenía cara de indie homosexual reprimido y pensé que si no había salido con vos seguro te lo regarchaste. Lo seguí un poquito, creí que iba a tu casa y caminaba a tu casa, no podés culparme, tal como se presentaba la escena tenía que descubrir qué tenía él que yo no. Me prendí un pucho y me hice el boludo mirando los negocios de la ruta. Él entró al supermercado chino y yo también. Cargó en un changuito una Coca de tres litros, un Fernet, dos flancitos Ser de vainilla y papas fritas de las que venden sueltas. Qué gay. Hice la fila para pagar detrás de él. Era un chico lindo. Tarareaba y marcaba tiempos con el pie derecho, paradito todo su cuerpo sobre la pierna izquierda. Cuando cruzó los brazos a la altura del pecho me di cuenta de que tenía los brazos más marcados que yo y me puse como loco cuando vi que tenía un tatuaje en la pantorrilla. Eran los anteojitos de Lennon. A este pibe te lo re pasaste, hija de puta. 
Cuando llegué a la caja pedí cigarrillos y salí detrás de él, pero hasta mitad de cuadra, no vayas a pensar que estoy loco. Volví al lugar donde me dijiste que te espere y ya había pasado la media hora que me hizo perder la razón. Me fui recaliente hasta el auto y pasé por tu casa de vuelta, manejando. Lo dejé a la vuelta de tu casa, corrí hasta tu puerta, toqué el timbre y corrí otra vez. Me tropecé con un nene que andaba en bici y no le pedí disculpas. Llegué hasta el auto y me fui a casa.
Te esperé media hora, como me habías dicho, entré en tu Facebook para ver si estaba equivocado pero no, ahí estaba el poema que me habías escrito, el que decía que querías encontrarme el sábado a las siete en la calle donde está el monumento a las maestras desaparecidas durante la dictadura, el sábado a las siete como hacíamos todos los sábados a las siete. Después del poema vi que subiste Miss You de los Stones y te extrañé también, ¿cómo no iba a ir a esperarte? Sos una basura, poeta, si subiste esa canción para otro yo te mato, ¿sabés? Y lo que es peor, tenés cinco amigos varones que pusieron "me gusta" en ese estado. ¿Qué querés que piense? Cinco tipos poniendo que les gusta ese tema. Y yo teniendo que adivinar a cuál de todos estabas esperando el sábado, entrando a sus perfiles, y a los de sus amigos, viendo qué intereses en común tenían con vos, si estudiaban esas carreras de mierdas humanísticas en la UBA, tu debilidad por los intelectuales del orto, o los hippies conservadores esos que van a los recitales de Pez, la concha de tu madre, ese tal Jeremías López estudia Filosofía y puso que le gusta tu canción y vive cerca de tu casa y tiene en el perfil una foto sacada con una Lomo, hija de re mil puta, ¿te estás garchando a este putito ahora? Una foto de perfil sacada con una Lomo y escaneada como si viviera en el paleolítico, ¿por qué te gustan los perejiles, poeta? Me dijiste que nunca más ibas a poder salir con uno de esos después de mí. Me dijiste que no querías escribir más poemas después de mí. Me dijiste que ibas a desactivar tu cuenta de Facebook después de mí. Me dijiste que ibas a recordarme siempre porque no me idealizabas y así pensé que tal vez, después de unas semanas ibas a hablarme de vuelta, a preguntarme cómo estaba mi vida, turrita, yo me preocupo por vos, quiero saber con quién salís, con quién cogés, si es mejor que yo. Me debés odiar ahora. Pero tenés que entender, te esperé media hora tal como me lo pidieron tus textos y como creí que habíamos acordado, fui hasta tu casa, no te encontré, me desesperé, al otro día me desperté pensando en vos y dije que ya no quería eso para mí, una vida en la que despertarme iba a tener como primera imagen antes de abrir mis ojos tus ojos y te odié con todo mi alma, te odié con la misma magnitud con la que te había querido y te quise garchar y matar al mismo tiempo, si es que se pueden hacer las dos cosas en un segundo. Revolví en el cuarto del fondo y busqué lo que necesitaba, tenía que sacarte de mi cuerpo, tenía tu olor en mi cerebro, tu piel en mi boca, cerraba los ojos y te veía cada vez, tus piernas, tus manos, tus conversaciones, tus poemas de memoria, ¿sabés lo que es irte a dormir repitiendo un poema tuyo? Una tortura, pendeja, me sabía tus poemas de memoria y me daba bronca que ya no fueran míos. Volví a tu casa por última vez. Tu casa no me hablaba, de vuelta estaba ahí sin decirme nada, yo quería hacer que me dijera cosas pero no podía, así que dejame decirte que la única razón por la que ahora tenés escrito el portón de tu casa con el aerosol anaranjado que había quedado desde aquella vez que fuimos a intervenir grafitis por el centro es porque preferí hacer eso antes que cagarte a palos. Sabés que detesto la violencia de género. Nunca le levantaría la mano a una mujer. A un hombre sí, la próxima vez que me cruce al pibe de cuadriculado o al tal Jeremías López, les bajo los dientes.